lunes, 7 de mayo de 2018

Presentación Libro “Fútbol Puertorriqueño; crónica de alegrías, sueños, y desencantos” Luis Reynaldo Álvarez


Presentación Libro “Fútbol Puertorriqueño; crónica de alegrías, sueños, y desencantos” Luis Reynaldo Álvarez
Buenas tardes a todas y todos los presentes.   
Esta vez acudo a otro llamado de mi querido amigo profesor Luis Reynaldo Álvarez Vázquez.  Digo otro llamado porque han sido varios llamados e invitaciones que he recibido de parte de Reynaldo, tales como la invitación a  integrarme a la Junta de Directores de la Galería de Inmortales del Fútbol Puertorriqueño junto a otros destacados exjugadores y colaboradores del Fútbol Puertorriqueño, en adición de la presentación de otros de sus libros sobre el fútbol y libros sobre la obra de un poeta y compositor conocido por ustedes Mario Enrique Velázquez.  Las invitaciones de Reynaldo han sido para jornadas en las que he tenido la oportunidad de conocer seres extraordinarios que combinan en su personalidad, sensibilidad, poesía, un carácter combativo y guerrero -típico del que practica deportes- y los méritos del voluntariado en el servicio a la comunidad, en este caso orientada a los méritos del deporte. 
Asuman pues -dicho en términos futbolísticos- que he sido designado en esta presentación ante ustedes como delantero -que prefiere jugar por el flanco izquierdo del campo- por nuestro Presidente de la Junta de Directores de la Galería de Inmortales del Futbol Puertorriqueño Luis Reynaldo Álvarez Vázquez, autor del libro que procederemos a presentar junto a dos distinguidos profesores Marioantonio Rosa y Maximiliano Dueñas Guzmán.  Debo decir de los co-presentadores que si por cuenta de ellos fuese yo estaría comiendo banco a no ser por la amabilidad y cortesía de Rey Álvarez quien cree que sirvo para darle algún descanso a los dos regulares que me seguirán en ésta presentación.
Comenzamos con el tema de la credibilidad refiriéndonos a Noberto Gónzález fundador de ésta Librería Norberto en donde coincidimos esta noche.  Todos dicen en la industria de las librerías y las editoriales que Noberto cumple.  A veces he oído decir que es el único que cumple en la industria.  Dejo ese juicio a otros conocedores de la industria.  Sin embargo reconozco que ese es y ha sido su mérito y por el cual le felicitamos y nos alegramos de sus éxitos.  Nos alegramos por la credibilidad que tiene su palabra tan excepcional en nuestra sociedad minada por la llamada pos verdad y las llamadas noticias “fake” o falsas en el mejor decir.  Se distingue cerca de nuestra existencia la presencia mentida de un presidente de EE.UU. cuya gestión, eleccionaria y luego pública está plagada de mentiras a utilizadas sabiendas con el fin de obtener un beneficio político inmediato.  Lamentamos no ofrecer tiempo igual para la riposta a los políticos que pueda haber en la audiencia.  La razón es obvia. 
Hablaremos de la verdad; de la ética.  Aludimos a un tema ético que está muy ligado a los deportes y nuestras vidas: la credibilidad. 
Se trata del mérito de la verdad que tanto defendió Bertrand Russell como modelo de pensamiento y conducta en la comunicación. 
Hablemos un poco de ética del deporte.  Las reglas o normas de juego constituyen la verdad o ética del deporte.  En el fútbol como en otros deportes existen reglas de juego que de no cumplirse conllevan sanciones por los árbitros, no solamente por lo que se hace sino por lo que se simula también.  Recientemente se han regulado con sanciones las simulaciones de faltas.  Esas simulaciones de faltas faltan a la verdad y por eso se sancionan.  Vivimos en sociedad entre la verdad y mentira y las faltas que nos cantan como simuladas o verdaderas. Más aún últimamente se ha cuestionado la credibilidad de los árbitros en el fútbol la marcar faltas al Barsa y al Real Madrid.  Se ha alegado favoritismo hacia esos equipos de parte de los árbitros.  Cierto o no, el efecto es el mismo: falta de credibilidad.  Tanto en el derecho como en la comunicación pública no solo basta la intención verdadera en el acto sino que importa también la apariencia de corrección o veracidad.  Ambas conllevan la ecuación de la valides ética.  En el nuevo siglo se ha pretendido utilizar la mera apariencia como recurso de manipulación pública.  A eso nos hemos referido sobre la comunicación pública reciente en los EE.UU.  
Hablemos sobre el libro que procederemos a presentar a ustedes.
No es por casualidad que el título del libro que procederemos a presentar a ustedes esta noche lleve cómo título “Futbol Puertorriqueño; crónica de alegrías, sueños y desencantos”.  Alude Reynaldo a alegrías, sueños y desencantos.  Le dejaré como temas las alegrías y los sueños a los regulares de esta presentación Marioantonio y Maximiliano.  Yo  me referiré de algún modo a los desencantos éticos.  Diría yo que tiene tanta importancia la ética en el deporte como como debería tener en nuestra sociedad en donde en tantas ocasiones se oculta en simulaciones moralistas falsas.  Hablamos de la corrupción.  La misma que ha alcanzado a la FIFA.  El deporte es un microcosmos de las normativas en sociedad.  En eso estriba su importancia respecto a su función normativa.  En el caso de la FIFA no bastaría para atajar la corrupción con escoger personas de carácter ético en las posiciones de mando.  Se requieren estructuras abiertas de inclusión pública para evitar la misma.  No basta con cursitos de ética para evitar la corrupción.  Debemos evitar las estructuras organizativas que lo facilitan.  Eso aplica a todos los deportes incluyendo el de la política sobre todo.  Los políticos pagaron para escoger cedes de competición y funcionarios aceptaron pagos para conceder cedes.   
Eso sería tema de conversación tanto en el deporte como en la política para otra ocasión.  Mientras tanto sirva ésta mención para entender el por qué de algunos comentarios que examinaremos más adelante hablando sobre el tema del futbol.
Les invito a dar una mirada breve al tema del deporte en la literatura como introducción al tema ético que tocaremos.  Hablamos de literatos que han escrito sobre el deporte principalmente en el fútbol.
Decía el ensayista Joan Huizinga en su libro «Homo ludens» (1938) que el juego es una actividad inherente al ser humano que debía concebirse como parte intrínseca de la cultura del mismo y nunca como un mero añadido eventual. Esto es, que jugar implica a todos por la simple condición de nacer personas, y que podrá desarrollarse de una u otra manera, pero lo importante es que acabará haciéndolo.”

Reflexiones sobre fútbol
Mario Benedetti:
“La clásica noción de juego sigue existiendo, pero sólo como condición subsidiaria. Ahora, la prioridad es desembozadamente mercantil. El jugador ha pasado a ser una pieza de consumo y de especulación. Sin embargo, adjudicar la responsabilidad de esta situación a las eventuales exigencias económicas del jugador es cerrar los ojos frente al problema. Lo abyecto es el régimen». El pensamiento fue publicado el 19 de julio del 2000 en El País. En él introduce el que en su opinión es uno de los grandes males del fútbol en la actualidad: la globalización.” (http://www.abc.es/cultura/libros/abci-mario-benedetti-cuando-literatura-y-futbol-si-pueden-mano 201705170101_noticia.html)
Citamos nuevamente a Benedetti «Insisto en que lo abyecto es el sistema, pero no sólo el de la superestructura futbolística. Por encima de ella rigen las infundadas, abusivas y vejatorias normas de la economía de mercado, que nos afectan a todos. El recién inaugurado siglo ha heredado del anterior una palabra aparentemente fútil, pero en el fondo abyecta: globalización. Curiosamente, sólo se habla de la globalización política o de la globalización económica. No se menciona, en cambio, la globalización de la hipocresía», continúa el dramaturgo uruguayo. (http://www.abc.es/cultura/libros/abci-mario-benedetti-cuando-literatura-y-futbol-si-pueden-mano-201705170101_noticia.html)  Me luce que el poeta Benedetti se refiere a la moralidad social o publica de aquellos que se defienden ante la acusación de corruptos con un ‘pruébamelo’ con la esperanza de haber ocultado cuidadosamente su fechoría como buen leguleyo de la ocultación.  Esa es la hipocresía a la que se refiere Benedetti.
También hace referencia el poeta al sentido de afirmación del ser como resultante del deporte rey.  Lo alude en uno de los parlamentos de un uruguayo en su novela “Andamios”.  Dice Benedetti en voz de su personaje y citamos:
«Ya que nadie te informa de cómo van Peñarol o Nacional o Wanderers o Rampla Juniors, te vas convirtiendo paulatinamente en forofo del Zaragoza o del Albacete o del Tenerife, o de cualquier equipo en el que juegue un uruguayo o por lo menos algún argentino o mexicano o chileno o brasileño». (http://www.abc.es/cultura/libros/abci-mario-benedetti-cuando-literatura-y-futbol-si-pueden-mano-201705170101_noticia.html)
Sin embargo el propio Mario Benedetti aparenta una contradicción al hacer alusión al famoso gol de Maradona ante los ingleses.  Dice Mario sobre el asunto y cito:
«Aquel gol que le hizo Maradona a los ingleses con la ayuda de la mano divina es, por ahora, la única prueba fiable de la existencia de Dios».
No solo justifica el gol amañado por las destreza de la simulación engañosa de Maradona al usar una parte de su cuerpo prohibida en el deporte, sino que también utiliza dicho gol ilegal para justificar la intervención de la “mano de divina” en la no cree por considerarse ser ateo.  Necesitariamos tratados para explicar dicha conducta que parece ser de hincha de la peor calaña, pero nosotros no tenemos tiempo ni los recursos filosóficos para hacerlo.  Eso se lo dejo a los regulares de esta presentación, uno de los cuales tiene un grado doctoral en filosofía, por lo que he comido banco por algún tiempo a esta parte. 
Mejor sigamos con Benedetti.
En «Puntero Izquierdo» (1954), el poeta (Mario Benedetti) ofrece la visión de un futbolista atormentado por su situación laboral. Se trata de un hombre joven que juega en un club menor y que, ante el inminente partido contra un equipo de renombre, recibe una oferta pestilente para la buena salud de su nombre en la profesión pero tentadora para la solución de sus intrigas financieras. La acepta y termina no cumpliendo con su cometido por puro azar del juego, y quienes le presentaron la propuesta le propinan una paliza que lo deja incapacitado para seguir jugando.
Se trata de un planteamiento de conflicto ético y tal vez de las eventualidades sugeridas por Deleuze.
Vayamos a Eduardo Galeano  
El escritor uruguayo es sin duda la referencia en escritura futbolística en castellano. Ha escrito libros como El futbol a sol y sombra y ha dejado frases y citas que se han convertido en tópico, como aquello de que se puede cambiar de religión o mujer, pero no de equipo. O la comparación entre el gol y el orgasmo.
Tiene expresiones refiriéndose al fútbol tales como que es «La única religión que no tiene ateos»
Otras menos manidas nos muestran un Galiano alejado del fanatismo futbolero:
“Yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo, sombrero en mano, y en los estadios suplico una linda jugadita por amor de Dios. Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece.”
Jean Paul Sartre
Para Sartre, el fútbol ejemplifica perfectamente la inter-relación determinante entre las acciones del otro y las propias, reveladas por la indiferenciación del derecho y del deber para cada jugador, así como el juego de las reciprocidades diversas entre jugadores, grupo adverso y espectadores. Solía ir a ver a su equipo (obviamente el St Germain, el equipo de la Rive Gauche) armado con papel y lápiz para anotar estas observaciones. Tales como
“En el fútbol todo se complica por la presencia del equipo adversario”.  Sartre
Jorge Luis Borges y Boy Casares
Borges dejó dicho que el fútbol es popular porque la estupidez es popular. Es menos conocido que en 1967 se unió a su gran amigo y writing buddy Adolfo Bioy Casares para escribir un cuento destinado a una antología de tema fútbol. El cuento, brevísimo, se titula Esse est percipi (Ser es ser percibido) e imagina un mundo en el que el fútbol deja de ser deporte disfrutado en vivo para convertirse en puro espectáculo manufacturado. Leyéndolo ahora uno no puede evitar de notar los paralelismos con el fútbol actual de clubs y los escándalos de partidos arreglados.  De ese cuento surge el siguiente exordio:
El último partido de fútbol se jugó en esta capital el día 24 de junio del 37. Desde aquel preciso momento, el fútbol, al igual que la vasta gama de los deportes, es un género dramático, a cargo de un solo hombre en una cabina o de actores con camiseta ante el cameraman.
Esa descripción sugiere sobre el fútbol ser un espectáculo en lugar que un deporte.  Tomemos en cuenta esa anotación de la diferencia entre espectáculo y el deporte.
Albert Camus
Camus fue portero de un equipo de estudiantes en su Argelia natal. Del fútbol dijo:
“Porque, después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol, lo que aprendí con el RUA, no puede morir. Preservémoslo. Preservemos esta gran y digna imagen de nuestra juventud. También estará vigilándolos a ustedes.”
Aquí quisiera hacer una reflexión a Freddy Del Valle Bartes, nuestro guardameta.  El dueño de nuestra portería.  A él dedico la reflexión apuntada a que se refiere a Albert Camus.  Veamos por qué: 
Hay quien piensa que lo que quiso decir es que el existencialismo le viene de la portería: todo el tiempo pasado entre los palos reflexionando sobre el absurdo destino del guardameta, que si su equipo mete gol el portero no tiene nada que ver y si el equipo pierde es a todos los ojos el culpable por no haber defendido adecuadamente la portería.”  Imagino las veces que sintió de esa manera nuestro aguerrido y perseverante Freddy Del Valle Bartes.
Y para despedirme de ustedes yo me quedo con lo que se queda Eduardo Galeano, y cito:
“Y yo me quedo con esa melancolía irremediable que todos sentimos después del amor y al fin del partido.”
Agradecido por su atención. Quedan invitados a la lectura.  Buenas noches.
Rafael Ayala Hernández, JD
Secretario Ejecutivo
Galeria de Inmortales
del Fútbol Puertorriqueño

domingo, 6 de mayo de 2018

A partir de ahora no hay balompié en Puerto Rico, ya hay fútbol puertorriqueño


A partir de ahora no hay balompié en Puerto Rico,
ya hay fútbol puertorriqueño

Presentación del libro Fútbol Puertorriqueño tomo III
Maximiliano Dueñas Guzmán
27 de abril de 2018

               Ese ahora en el título lo marca la publicación del tercer tomo de Fútbol Puertorriqueño crónica de alegrías, sueños y desencantos. Y es que, con la publicación de este tercer tomo, tenemos una historia de nuestro fútbol en el siglo XX. Antes, cuando no teníamos esa historia, había cierta justificación—aunque colonial—para hablar del balompíe en Puerto Rico, pues la Real Académica de la Lengua describe ese término como un calco de la palabra en inglés. Y una copia de algo, puede ser buena o mala, pero nunca es original. Con la publicación de este tercer tomo tenemos, entonces, nuestra propia, singular, peculiar, individual e inconfundible historia del fútbol que se ha jugado en Puerto Rico. Ahora sí, en el campo de las historias nacionales del fútbol, podemos jugar en la cancha de cualquiera.  Ahora sí, podemos invocar a Hostos para decir amamos el fútbol puertorriqueño como punto de partida para confraternizar con los fanáticos de equipos en otros países y para apasionarnos con la historia del fútbol en otras latitudes.
               No obstante, aquilatar la aportación de este texto a la historia del fútbol puertorriqueño, requiere no sólo hacer referencia a los primeros dos tomos, sino también a los otros 6 libros que Luis Reinaldo Álvarez Vázquez ha escrito o coescrito sobre el fútbol en nuestras 100 por 35 millas: El fútbol nos cayó del cielo; Historia iconográfica del fútbol puertorriqueño; Un futbolista de todos los tiempos; Grandes figuras del fútbol puertorriqueño; Política, migración y fútbol en la Antillas Hispanas; y Equipos históricos del fútbol puertorriqueño. El tomo III de Fútbol Puertorriqueño crónica de alegrías, sueños y desencantos cubre el periodo 1971 a 2000; el II cubre 1950 al 1970 y el I cubre desde el 1904 hasta el 1949.  Ese primer tomo cubre lo que el autor llama la fundación de unos débiles cimientos. El segundo tomo aborda un precario fortalecimiento de esos cimientos y por ende un zigzag de alegrías y desencantos.  El tercer tomo, el que se reseña en esta actividad, cubre, lo que Luis Reinaldo Álvarez Vázquez caracteriza como el periodo en que “se terminó de forjar la leyenda más admirada que el fútbol boricua reconoce: la historia de Juan Saso Tulier y la progresiva institucionalización del aparato organizativo y regulador de la práctica del fútbol en la Isla” (p. 14).  
Evaluado desde la perspectiva de los otros 8 textos del autor sobre la historia del fútbol puertorriqueño, este tercer tomo representa el colofón de un esfuerzo por lograr tres objetivos entrelazados, interrelacionados: primero, desenterrar y documentar nombres, fechas e imágenes fotográficas de  cada juego, jugador, árbitro,  equipo, funcionario e institución,  que construyó el fútbol puertorriqueño del siglo XX;  segundo, vincular esa construcción con los contextos políticos, económicos y culturales que enmarcaron nuestra historia durante esos cien años, particularmente con los empeños de cohesionar una identidad nacional en contrapelo a los cinco siglos de yugo colonial; y tercero, aportar a la joven disciplina de la historia del deporte. 
Al leer este tercer tomo de la historia del fútbol puertorriqueño es casi imposible evitar la tentación de rastrear las alegrías, sueños y desencantos (palabras que conforman el subtítulo del libro) del fútbol puertorriqueño en el siglo XX.  No pretendo aquí presentarles un rastreo detallado. Sólo identificaré algunos de los logros, utopías y pesadillas con el propósito de incentivarlos a leer el libro para que hagan sus propios inventarios, más minuciosos que el que aquí les ofrezco.  
Algunas de las alegrías en este tercer tomo incluyen, según el autor: el fortalecimiento de esfuerzos por integrar a preadolescentes, personas de la tercera edad y mujeres en el fútbol institucional; el inicio en el 1975 de transmisiones por televisión de juegos de fútbol puertorriqueño; la integración de la enseñanza y práctica del fútbol en currículos escolares y universitarios; la visita de Pelé a la isla y su participación en un juego contra locales en el 1975; la celebración de la Copa Simón Bolívar, un encuentro entre equipos sudamericanos y locales; los éxitos de futbolistas del patio en la diáspora en Estados Unidos y en el fútbol profesional en Europa; la participación del país en las nuevas modalidades del deporte—fútbol sala y fútbol de playa; los triunfos de equipos locales frente a equipos visitantes de otros países; en algunos casos representantes de culturas nacionales con fuerte raigambre futbolístico como España, Brasil, Perú y Argentina; en otros casos con países con culturas futbolísticas mas comparables a la nuestra como República Dominicana, San Vicente y las Granadinas, Bahamas, San Martín, Haití; y selección de nuestros oficiales del fútbol organizado, tal como Roberto Monroig, para participar en directivas de organizaciones internacionales del fútbol.
Pero para que estos logros que Luis Reinaldo Álvarez Vázquez ha identificado tengan valor concreto, había que detallar el quién, cómo y cuándo cotidiano del fútbol puertorriqueño en las últimas tres décadas del siglo pasado. Y es aquí donde el libro adquiere un jubiloso valor: el grueso de cada capítulo está dedicado a los detalles—nombres, fechas, resultados—de los juegos organizados. Además, los ocho apéndices recogen los nombres y datos de los equipos del fútbol superior, los jugadores por equipo, campeones de liga, jugadores de selecciones, partidos de selecciones y los nombres de los 100 futbolistas que lograron la mayor cantidad de goles durante el periodo bajo estudio.
Si el primer objetivo del autor era desafiante por la vastedad de datos a recopilar, el segundo objetivo—el de trazar hilos entre la evolución del fútbol puertorriqueño y la mutabilidad de nuestra identidad nacional—lo opaca en dificultad por la complejidad del tema. El mismo autor identifica esta complejidad cuando nos dice: “Reconozco que cubrí muy someramente algunos aspectos de la relación fútbol-política-identidad con la idea en mente de promover el interés por una investigación más profunda y abarcadora que dé cuenta de la relación fútbol-política y fútbol-identidad en nuestro país” (p. 422). Difiero del autor en cuanto a la cantidad de investigaciones. No creo que una investigación adicional de abasto. Creo que el grado de complejidad del tema requiere de varias investigaciones. A modo de ejemplo, una de las dimensiones a explorar es ¿qué valores promueve el deporte? y el fútbol como deporte, ¿promueve algunos valores en particular? El autor cita a Gramsci a los efectos de que el fútbol promueve valores individualistas, de competencia y de conflicto. Sin embargo, muchos de los hallazgos de la investigación de los tres tomos de la historia del fútbol puertorriqueño desmienten esta aseveración. En forma similar a otros deportes, aunque en menor grado, el fútbol puertorriqueño en el siglo XX ha contribuido a fortalecer sentimientos de cultura propia o de colectividad puertorriqueña.
En cuanto a los desencantos del fútbol puertorriqueño, Luis Reinaldo Álvarez nos identifica una cantidad considerable: la mezquindad intelectual y moral, tanto de lideres políticos como de directores de organismos oficiales han creado muchos obstáculos a la consolidación organizativa y a la masificación del deporte en nuestra isla. Como ejemplos de esto, el autor nos presenta el intento ilegal de desbancar al presidente de la Federación Puertorriqueña de Fútbol (FPT) a finales de la década del 70 y la expulsión de la FPT del Comité Olímpico de Puerto Rico a principios de la década del 90. También nos identifica múltiples instancias de los dos polos típicos del quehacer gubernamental con el fútbol: abandono o intrusión político partidista.    Así las cosas, el autor señala que, para mediados de la década del 80, la continua politización del fútbol boricua lo condujo “a una de sus más profundas crisis" (p. 206). 
En cuanto a los sueños en la crónica del fútbol boricua a fines del siglo XX, el autor nos presenta el avance del país en la clasificación de la Federación Internacional del Fútbol Asociado (FIFA). En reconocimiento de sus logros en varios encuentros internacionales a mediados de la década del 90, el equipo nacional boricua ascendió a 101 entre los 182 países representados en esa federación. Esto en conjunto con la aceptación de los Puerto Rico Islanders en la Liga Interregional Estadounidense animó a los que por años habían soñado con la llegada del fútbol profesional a la Isla. Claro está que, entre estos soñadores se encontraba el autor de libro, tal y como él no los confiesa en la página 355.  Pero era evidente que estos sueños de fútbol profesional se alimentaban más que todo por el avance en la institucionalización del deporte en nuestra cultura cotidiana: más y mejores equipos en diferentes niveles y en diferentes regiones de la Isla se añadían al placer de patear la bola, evento que lleva al autor a cerrar su resumen del periodo 1984 a 1986 con una proyección optimista: “Una época de estabilidad y desarrollo sostenido en nuestro fútbol auguraba mejores tiempos para dicho deporte” (p. 229).
Como toda buena investigación la que encarna este tercer tomo de Fútbol Puertorriqueño crónica de alegrías, sueños y desencantos, nos invita o convoca a pensar en futuras exploraciones o temas para auscultar. Para mi, el primero que esta investigación señala es uno que ya el autor ha atendido en parte en su libro sobre el fútbol en las tres Antillas hispanoparlantes, Cuba, República Dominicana y Puerto Rico. Pero el tema que veo perfilado en varios datos del actual estudio es el del fútbol como fenómeno cultural, empresarial y político en el contexto caribeño. Así me lo sugiere, la cantidad de menciones de encuentros futbolísticos entre Puerto Rico y los países  caribeños de habla francesa, inglesa, creole y holandesa —Haití, Jamaica, Surinam, Bahamas, entre otros. Este tema, claro está, tiene mucha correspondencia con el de identidad cultural y fútbol en el contexto propio de Puerto Rico. Otro tema que también aclama ser explorado es la relación entre el fútbol como entretenimiento o deporte y el fútbol como negocio, tanto en el plano de su historia nacional como internacional. En el contexto de este, también veo varios señalamientos en el texto de Luis Reinaldo Álvarez Vázquez que incitan a la investigación de la relación entre medios de comunicación y el desarrollo o falta de del fútbol en Puerto Rico.
En conclusión, falta mucho por hacer. Ciertamente en lo que trata de fútbol, continuamos con nuestras alegrías, sueños y desencantos. Pero todo esto ya en nuestra propia cancha porque gracias en gran parte al esfuerzo del autor ya es irrebatible que tenemos una historia centenaria de fútbol puertorriqueño.