Prof. Luis Reinaldo Alvarez
“100 años de fútbol en Puerto Rico”
Hace exactamente 101 años, en el campo de El Morro, se jugó el primer partido oficial de fútbol
en Puerto Rico, de que se tenga
noticia. No estoy diciendo que fue la primera ocasión en que se jugó al fútbol,
ya que existen reseñas periodísticas de partidos entre marinos de barcos
extranjeros, de visita en el Puerto de San Juan, anteriores a esa fecha y estoy
seguro de que se tiene que haber pateado el balón como forma de entretenimiento
desde tiempos de la colonia con España.
Ese
primer partido fue organizado por el primer club deportivo creado para
practicar el fútbol en San Juan, el Comercio Sporting Club. El Sporting dividió
sus socios en dos equipos, Equipo A y
Equipo B y el 19 de marzo de 1911 se celebró en El Morro ese primer partido. El Equipo A venció 3-1 al Equipo B en esa
histórica ocasión. Ese primer partido dio origen al primer campeonato de fútbol
del país, jugado, también, entre dos equipos creados por el Sporting, el
Mercurio y el Minerva. El torneo, a 7 juegos, fue ganado por el Minerva F.C. en
abril de 1911, convirtiéndose así, en el primer equipo Campeón de Liga del
fútbol de nuestro país.
Como
señalé anteriormente, el fútbol amateur puertorriqueño aparece muy temprano
durante los comienzos del siglo XX. Desde su origen como deporte, en 1911, el
fútbol en Puerto Rico, quedó adscrito como un componente fundamental de
nuestra sociabilidad. El fútbol fue para
esos primeros años un evento social con gran capacidad de convocatoria para la
sociedad sanjuanera que se reunía todos los domingos, en el campo de El Morro,
para disfrutar del juego de la semana.
Aunque
ya para el 1903, se celebraban algunos partidos de exhibición entre equipos de
marinos de los barcos extranjeros de visita en el Puerto de San Juan, no es
hasta febrero de 1911, cuando se organiza el Comercio Sporting Club, creado
para la promoción de la práctica del fútbol y de otros deportes.
El
fútbol puertorriqueño surge en medio de una violenta campaña de americanización
de todas las instituciones de nuestro país. Son los años de gobierno militar, seguido por
administraciones civiles bajo la Ley Foraker y la Ley Jones. En efecto, ese
primer campeonato del país, se jugó con ese trasfondo socio-político. Sin embargo, ambos equipos estaban formados
por jugadores españoles miembros del Comercio Sporting Club.
Resulta
curioso los nombres seleccionados para
los equipos, con orígenes en la mitología griega, Mercurio y
Minerva. Esto responde, probablemente, a la intención de evitar malos
entendidos con la administración colonial, ya que el Sporting estaba promoviendo un juego muy popular
en la antigua Metrópoli e implícitamente
estaba “rechazando” los nuevos deportes introducidos por los norteamericanos.
Esta situación no perduró por mucho tiempo y los nuevos equipos empezaron a
utilizar abiertamente nombres representativos
de sus orígenes nacionales. Así encontramos equipos con nombres muy
sugestivos como las Aguilas Blancas, Camisas Negras, Borinquen F. C., Puerto
Rico F.C. , entre otros.
Desde
los inicios del fútbol en Puerto Rico, los diferentes grupos socioculturales de
la isla comenzaron a tener representación en los equipos existentes para la
época, a saber: el San Juan F.C., formado por españoles “acriollizados” y
criollos; el España F.C., con jugadores españoles y los Celtics F.C.,
representando a las fuerzas de ocupación norteamericana en la Isla. Los
encuentros entre estos equipos convirtieron los partidos dominicales en un
fenómeno sociocultural de importancia, en donde se dilucidaban, simbólicamente,
los conflictos de esos grupos sociales. En otras palabras, los juegos de fútbol
se convirtieron en un espacio de encuentro para una estructura social que
comenzaba a resentir el forzoso proceso de americanización y a expresar identificación con sus
respectivas raíces, ya que el fútbol es una especie de ritual que crea y recrea
símbolos que suministran un espacio para la identificación colectiva. Así, el
fútbol jugado entre el 1914 y el 1920, incluía ya a dos grupos futbolísticos
que estaban en conflicto y disputa: unos (los norteamericanos) que intentaban
mantener y hacer prevalecer su hegemonía a nivel socio-político y los otros
(españoles y criollos) con actitud de creciente, aunque aún tímida,
resistencia.
Los
jugadores de esa época se agruparon en clubes deportivos constituyendo
organizaciones sociales análogas a otras de carácter cultural, sindical o
nacional. Estos clubes surgieron de grupos pertenecientes a la clase media y a
la pequeña burguesía, que se organizaron para la práctica de varios deportes,
siendo el fútbol el más popular para la
época. Así surgió el Comercio Sporting Club, el San Juan Sporting Club, Ponce
Sporting Club, el España F.C., el Guayama F.C. y el Arecibo Sporting Club y el
Mayagüez F.C., realizando una serie de encuentros futbolísticos entre los
mismos.
Los
partidos se concertaban entre clubes por mediación de retos lanzados por carta,
por publicaciones en los periódicos o por contacto directo entre los entrenadores
y capitanes de los equipos y por la Liga Insular, como empezó a conocerse para
aquellos tiempos.
El proceso de identificación con los clubes convirtió el
juego en pasión, llenando el campo de El Morro durante los años de 1911-1914, el campo de Puerta de Tierra (de 1915 al 1924)
y un poco más tarde el campo del Auxilio Mutuo (de 1925 al 1931) de verdaderos,
y a veces violentos, “hinchas”. Según Carlos Ossandon en su libro Reflexiones
sobre la Cultura Popular de 1985: “la ida al fútbol se transforma así en una vivencia cultural sui
generis, masiva, donde los asistentes recobran momentáneamente una identidad
perdida o negada, renaciendo incluso determinados aspectos de una memoria histórica
reciente (para nadie es un misterio el origen político de muchos de los gritos
que se escuchan en el estadio).”
Es interesante notar que a diferencia de América Latina,
esa vivencia cultural fue compartida por
las mujeres que se integraron como hinchas desde los primeros partidos en El
Morro. La cantidad de féminas en los alrededores del campo rivalizaba con la de
los hinchas varones.
Para
la década del 20, el fútbol puertorriqueño, al igual que el fútbol mundial,
continuaba generando fuertes pasiones que frecuentemente culminaban en actos de
violencia, dentro y fuera del campo. La proximidad de los fanáticos a las
líneas de demarcación del campo, ya que presenciaban los partidos de pié a lo
largo y ancho del terreno, generaba frecuentes encontronazos entre fanáticos y
jugadores, unidos estos, a los ya existentes entre jugadores y entre jugadores
y el árbitro. Vehementemente, en el periódico La Democracia del 17 de
julio de 1928, censuró un motín ocurrido entre jugadores y fanáticos en un
partido entre los tradicionales rivales del fútbol de la época: el Real San
Juan y el España.
Para
esa época, el fútbol puertorriqueño era un fútbol de foráneos, quienes
provenientes de España y de América Latina, coparon los espacios en los equipos
locales. Hasta la década del 50, el fútbol puertorriqueño fue un deporte para
extranjeros, buenos, regulares y malos. Estos ocuparon las posiciones más
importantes en la cancha: dueños, entrenadores, porteros, volantes creativos y
goleadores. Como resultado de lo antes expuesto, la Selección Nacional tardó
mucho en concretarse y aunque el primer partido de una Selección (una Selección mixta entre criollos
y españoles) se remonta al 1929, no es hasta los Juegos Centroamericanos y del
Caribe de 1946, en Barranquilla, Colombia, cuando una Selección netamente
puertorriqueña participa en una competencia internacional de ese nivel. Los
resultados obtenidos fueron un verdadero desastre perdiendo con Costa Rica por
12-0, con Panamá 12-1, con Curazao por 14-0 y con Colombia por 4-1. Esos fueron
años de búsqueda de resultados significativos para hallar en la Selección
boricua un referente e identidad futbolística única.
En
conclusión, el enfrentamiento simbólico y aún la violencia física, en las
primeras décadas del fútbol puertorriqueño, descansaba mucho más sobre el
entramado socio-político que sobre la efervescencia natural que posee el deporte
más popular del mundo. Esa violencia podría ser un producto del vacío de
sentido de vida en una colonia sometida
a un forzoso proceso de americanización y a la promoción de nuevos modelos
individualistas y hedonistas en la emergente nueva sociedad. Así que el Real
San Juan, el España y los Celtics fueron gestores de un referente de
identidades de nacionalidad de los grupos culturales (criollos, españoles y
norteamericanos) representados por esos
equipos. Esto fue así por lo menos hasta la década del 40, cuando los
referentes de identidad nacional
comenzaron a ser desplazados por referentes regionales. En otras
palabras, el referente de identidad nacional comenzaba a ser sustituido por un
referente de identidad de pertenencia a un grupo identificado con un área o
región.
Con
la fundación de la Asociación de Fútbol Aficionado (AFA) en 1945, surgen nuevos
equipos con nombres como el América, Hato Rey, Caribes, Arqueros Verdes, Yauco
Audax, y el Santurce F.C. Para finales de la década del 50 y comienzos del 60
se fundan los equipos Millonarios de la TV, el Jumacao F.C., el Guayama, los
Suizos, Juventud, Real Yaguez, Hato Rey, San Juan, Santurce, Islas Vírgenes,
Puerta de Tierra, Río Piedras y el Atlético de Añasco, entre otros. Sus nombres
aludían a nacionalidades, pueblos, comunidades o grupos sociales de distintas
regiones de nuestro país.
Resulta
pertinente señalar que la región es una comunidad imaginada e imaginaria como
lo es la nación, aunque debo aclarar que la cuestión regional no ayudó al
fortalecimiento de la incipiente conciencia nacional puertorriqueña, sino más
bien la debilitó, dando lugar al nacimiento de lealtades por regiones geográficas:
San Juan, Río Piedras, Hato Rey, Arecibo, Ponce, etc.
El
fútbol de esos años, constituyó un espacio en donde los grupos rivales
compitieron por prestigio y honor como una práctica de carácter lúdico exclusivamente, alejado de la
comercialización de hoy en día. Así se mantuvo hasta el presente siglo, donde
todo apuesta a su creciente profesionalización y comercialización. Por
consiguiente, el fútbol puertorriqueño del presente está dejando de ser una
práctica desinteresada y lúdica para asumir el carácter de una práctica sujeta
a modernos procesos de comercialización, transnacionalización e
hipermediatización.
A
principios de la década de los 60, aparecen una serie de nuevos equipos con
nombres como: Guayama FC., Don Bosco, El Prado, Deportivo Español, Roosevelt,
Centro Europa, Maunabo, Deportivo Suramericano, Ramey Air Force F.C., Quintana,
Mar del Plata y el Yabuco. Entre los
años de 1960 al 70 participaron cerca de 200 futbolistas distribuidos en 15
equipos, se jugaron 250 partidos de los cuales se tiene constancia y la
Selección Nacional participó en alrededor de 50 partidos. Los años 70, 80 y 90 hasta el presente son
los años del “boom”, del auge de este
maravilloso deporte que continúa luchando por colocarse como deporte principal
en nuestro país.
Una
investigación sobre los años de referencia, fue publicada bajo el título Fútbol
Puertorriqueño: Crónica de alegrías,
sueños y desencantos (1911-1949), Tomo I y estoy completando la
investigación y redacción del Tomo II que espero pueda publicarse para mediados
del año entrante. El libro está acompañado por 3 publicaciones adicionales bajo
los títulos: Historia Iconográfica del Fútbol Puertorriqueño: Los primeros
50 años, El fútbol nos cayó del cielo y Un futbolista de todos los
tiempos. En cada uno de ellos, los
interesados, podrán encontrar una minuciosa descripción sobre el desarrollo del
fútbol durante sus primeros 50 años de existencia en nuestra isla.
El
pasado año, celebramos los 100 años de fútbol organizado en nuestro país. Durante
el año del centenario, celebramos, el sábado 19 de marzo de 2011, en el campo
de El Morro, la actividad de apertura del Centenario del Fútbol Puertorriqueño.
La Junta de Directores de la Galería de los Inmortales del Fútbol
Puertorriqueño (GIFP) con la colaboración de la Federación Puertorriqueña de
Fútbol (FPF) y del Museo del Deporte de Puerto Rico organizó una bonita y emotiva
actividad a la cual asistió un numeroso público y una gran cantidad de
exfutbolistas boricuas.
Bajo las órdenes de 3 miembros del Colegio de Arbitros
de P.R. se dio comienzo el esperado encuentro de fútbol. Los organizadores
dividieron a los veteranos futbolistas en dos equipos: Comercio Sporting A y
Comercio Sporting B, tal como lo hizo el Comercio Sporting Club de San Juan
cien años antes. Los presentes disfrutaron el ver muchas de las glorias pasadas
de nuestro fútbol nuevamente en acción.
La Junta de Directores de la Galería planificó y
desarrolló una serie de actividades para el año del centenario. Las actividades
del año incluyeron la Segunda Exaltación
a la Galería de Inmortales localizada en el Museo del Deporte en Guaynabo, la
celebración de los 80 años de Saso Tulier, la presentación de los libros Historia Iconográfica del Fútbol
Puertorriqueño y de Un futbolista de
todos los tiempos y una Exposición Fotográfica de Equipos Históricos del Fútbol Boricua.
La Junta, además, está apoyando las nuevas
investigaciones sobre el fútbol boricua,
el fútbol en las Antillas y un bonito proyecto para la implantación del Museo
del Fútbol Boricua.
Para continuar con el trabajo de investigación y documentación histórica que se ha auto impuesto,
sin contar con los recursos económicos necesarios, la Junta de Directores de la
Galería de Inmortales está, al presente, buscando los recursos para la investigación y publicación de 3
textos nuevos, a saber: el Tomo II de Fútbol
Puertorriqueño que cubre los años de 1950 al 70, Política, Migración y Fútbol en las Antillas Hispanas y Equipos Históricos del Fútbol Boricua.
La Junta de Directores de la Galería continúa en su empeño de hacer
justicia a aquellos que dedicaron su
vida al desarrollo de ese maravilloso deporte que es el fútbol y continúa
colaborando con la publicación de algunos de los textos, aunque en ediciones
muy limitadas.
Nos queda mucho por hacer y necesitamos colaboración para nuestros
proyectos que son para el disfrute de todos. Cierro con estas palabras que
constituyen mi motivación principal para continuar escribiendo sobre el deporte
boricua: “Sin literatura, sin historia del fútbol, no habrá ni pasión ni orgullo
para jugarlo.” Gracias por vuestra atención.